Hablar del día del amor es remontarnos a esta bella costumbre que tuvo su orIgen en la Escocia del siglo XVI. Hubo una leyenda de amor que no logró vencer los convencionalismos, pero sí traspasó los siglos y tuvo como escenario la antigua ciudad de Edimburgo.

Cuenta la crónica que una joven pareja al ser separada por sus respectivos padres y tras prohibirles verse, se juró amor eterno y sólo unas señales fueron su único medio de comunicación. Así, como prueba de su fiel amor, todas las noches la joven encendía una lámpara detrás de su ventana y él le correspondía con una piedra de color que colocaba al pie de la misma. Pero, en la noche fría de un 14 de febrero, la lámpara se quedó sin luz sin que ella se percatara, y el joven al no ver el brillo en la obscuridad, esperó al pie de la ventana hasta que murió de frío.

A partir de entonces y en honor de esta pareja, se celebra a los enamorados el 14 de febrero, fecha que se identificó con el día de San Valentín, voz normanda que quiere decir "novio o enamorado".

Esta tradición se extendió por toda Europa hasta llegar a América por todos los países de origen nórdico y sajón, para convertirse ahora en un hábito a nivel internacional. Cuenta una vieja leyenda romana que, en tiempos del emperador Nerón, durante la persecución a los cristianos, encarcelaron a un joven llamado Valentín que profesaba la nueva fé, al pedirle que renegara de su religión a cambio de su libertad, se negó y fue ejecutado. Sin embargo, durante el tiempo que estuvo prisionero, Valentín hizo amistad con la hija del carcelero confesándole en una carta todo su amor.

De esta manera, la iglesia católica decidió nombrar a Valentín el Santo del Amor y la Amistad. Cabe mencionar que tanto San Valentín como San Antonio de Padua (casamentero por excelencia), son de los santos más solicitados por las mujeres que buscan pareja.